Humo

Ana Cuba

Me invitaron a ir a Israel la semana de antes del viaje. Un fotógrafo amigo, Mariano, me contrató para ser su asistente en un trabajo comercial que iba a hacer. Él era el fotógrafo y yo la asistente, así que las fotos las tenía que ir robando.


El resultado de esos tres días en el país son una mezcla de fotos hechas desde la ventanilla de la furgo que nos transportaba, un drone, un cartel invitación a la sonrisa y el desierto de Judea.


Como el primer día llegamos de noche, no vi demasiado de Tel Aviv de camino al hotel desde el aeropuerto. Salimos al día siguiente de madrugada, y pude ver el amanecer desde los cristales tintados de la furgoneta.

Me sorprendió el sol. El cielo estaba cubierto con una neblina que sólo había visto en la televisión cuando salían imágenes de Oriente Medio, creo que era esa niebla lo que hacía posible mirar el sol directamente. Mariano me avisó que dejase de hacerlo por si acaso. Yo seguí haciéndole fotos.


El resto del día lo pasamos en el campo, la localización del trabajo. Mientras el encargado de caterin me ponía un café instantáneo escuché una explosión. Me lo quedé mirando y le pregunté qué había sido eso. Me sonrió y me dijo que no tenía ni idea, que el no estaba acostumbrado a ese sonido. Me dio por mirar en google maps donde estábamos y vi que Gaza estaba muy cerca. Me reí nerviosa. Aunque los israelíes se rieron más aún el resto del día, al vernos las caras a los españoles cada vez que pasaban kazas por la zona.

En medio del rodaje, había un chico manejando un drone de cámara. Cuando vio mi interés me lo acercó a unos metros para poder hacerle las fotos que quisiese. Me chocó que al subir esa foto a mi Instagram, la gente se sorprendió muchísimo. Sólo por el hecho de que la foto fuese tomada en Israel, la maquinita parecía adquirir una connotación bélica. Entonces vi que la paranoia no era sólo mía.


Exploré un poco más la idea, y subí una foto de una humareda en el campo, otra fotografía sacada desde la ventanilla de la furgo. De nuevo, sorpresa. El humo en Oriente Medio es más oscuro que el humo de Occidente. Probablemente sólo se trataba de una quema de rastrojos.

El último día fuimos al desierto de Judea, donde tuve la suerte de pasar un atardecer con una luna violeta que me obsesionó tanto como el amanecer del día anterior.


En mitad de la nada, cuatro furgonetas llenas de militares que nos saludan sonrientes con la mano al pasar.


En mitad de la nada, una ambulancia con la sirena puesta a un volumen innecesario para estar en un desierto.


En mitad de la nada, un tanque de guerra abandonado.


La paranoia existe, incluso en mitad de la nada.

Ana es fotógrafa freelance y editora de fotografía. Nació en España y actualmente trabaja y vive en Londres.
Ana Cuba