Me resulta bastante difícil el ejercicio de disociar y analizar la construcción erótica dentro de la intimidad.
Probablemente los niveles de compromiso y profundidad en los que acostumbro relacionarme influyen en que finalmente nada sea de simple lectura, sino que detrás de lo simple hay algo mucho más grande, construido desde el inconsciente, pero que también existe en su simpleza y espontaneidad.
Soy una hedonista extrema, festejo la seducción sutil del cotidiano, pero hago el ejercicio de cuestionar e indagar el por qué.
Formo parte de una sociedad moralista, repleta de espacios y lugares comunes, donde el lenguaje, la doble moral, los taboo condicionan y limitan.
Limpiarnos.
En definitiva, lo más seductor de una imagen radica en el contenido tácito de la misma. Si las personas están involucradas y comprometidas, construyendo su diccionario de recursos, la complicidad se manifiesta. Es un mood personal y singular, que finalmente termina seduciendo al espectador ajeno y voyeur.